Hace poco hablamos de cierto movimiento ilegal en la Rumania comunista de los años ’80 dedicado a ensamblar clones de ordenadores Cobra. Pero también existía otra actividad mucho más amplia e igual de prohibida, que era la copia y reproducción de películas occidentales en formato VHS. El documental Chuck Norris vs Communism del año 2015 comparte detalles inéditos sobre las maniobras que debían realizar los distribuidores para evitar a las autoridades, y «la voz» que dobló cada uno de esos filmes.

Es probable que muchos de nuestros lectores más jóvenes jamás hayan interactuado con una videocasetera, pero durante años fue el único recurso que nos permitió acceder a otra clase de contenido por fuera de la televisión local y la clásica salida al cine. Sin embargo, lo cierto es que más allá de sus limitaciones, el proceso era sencillo: Visita al videoclub más cercano (que ni siquiera era un Blockbuster), pago del alquiler, y devolución al día siguiente. Suena lógico, ¿verdad? Ahora, imagina un lugar en el que un videoclub, o el simple hecho de poseer determinadas películas, es ilegal. El mundo es más pequeño en estos días, y cualquier intento de censura presenta fisuras, pero en la Rumania comunista de Nicolae Ceaușescu, el pueblo sólo tenía una opción: Piratear.

Todos los detalles sobre el impresionante movimiento de piratería VHS en la Rumania de los ’80 han sido concentrados en el excelente documental Chuck Norris vs Communism, escrito y dirigido por Ilinca Călugăreanu. Por un lado tenemos a los consumidores, hartos de la propaganda oficial, reuniéndose en casas de vecinos que tuvieron la suerte de comprar una videocasetera a precios exorbitantes para ver media docena de películas por noche en el mejor de los casos. Después está Irina Margareta Nistor, una de las traductoras oficiales de la televisión rumana, y quien dobló más de tres mil películas prohibidas por el régimen. Y finalmente llegamos a Teodor Zamfir, el encargado de ingresar las películas al país, copiarlas y distribuirlas. Su dinero debió aceitar muchos engranajes, y llegó a los círculos más altos de la Securitate.

Chuck Norris vs Communism dura poco más de una hora, pero debo reconocer que vale la pena cada segundo. Para nosotros, ver una película en VHS era cuestión de caminar un par de calles y alquilarla. En cambio, el pueblo rumano movía televisores y videocaseteras en el medio de la noche, 20 o 30 personas se reunían en una diminuta sala de estar, y disfrutaban de esas pequeñas ventanas al oeste que las fuerzas de turno querían tapar. Disponible en Netflix ahora mismo.

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