He llegado a la conclusión de que nadie lee las cosas que escribo aquí, ¡todos van directo a las imágenes! Entonces, y ya que estamos, les voy a contar de la vez que una mosca se quedó encerrada en el vidrio frontal de mi microondas. Es un vidrio doble, supongo que por protección, y la muy tarada se quedó atorada justo en el medio de ambos, vaya uno a saber cómo. No estaba ni afuera, ni adentro del microondas. Estaba en el umbral. Un poco como el gato de Schrödinger, pero sin tanta ciencia. 

La mosca soportó el descongelamiento de un pollo y cinco calentadas de café antes de fenecer. Hoy, si uno se asoma, todavía puede ver pequeños restos de su cádaver, que se consumen un poco cada vez que se me antoja inyectarme cafeína vía oral.

Ahora sí, con ustedes, el tiradero visual de la semana. ¡Que lo disfruten!

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